Me
enfoque tanto en vivir el aquí y el ahora, que se me olvido borrar ese después
al que tanto le temía. Odie tanto las decisiones de un sentimiento puro, y
decidí enfocarme en mi razón de existir. Aplaudía tanto a ese corazón, lo
dejaba decidir, y ¿como me pago? Abandonándome cuando ya me sentía muerta y
podrida. Menos mal que los humanos nos sabemos reponer con el tiempo. Sea corto
o sea lento, el tiempo sigue siendo eso, un pedazo de arena, al cual le
rendimos la espera. La razón me dio tantas razones para creerle. Me dio
seguridad, me hizo dudar de mis sentimientos, me hizo desconfiar. Tengo una
vida. Todos felices, todos contentos con mi decisión. ¿Y yo que? Ahogada entre
las sabanas, con quien alguna vez mi corazón escogió. Entonces eso en que algún
momento hable, sobre el corazón y la razón, ya no sirve. Nada de lo que he
dicho funciona para mí. Para cualquiera si, pero para mi son tonterías. Un alma
descarrilada no se ayuda a si misma. Hoy duermo en otros brazos y mañana, en
otra piel. Y aun así, mi corazón es mas fuerte, pero a su misma vez, esta a
punto de fallecer. De caer al suelo e irse corriendo. Porque no puede entender
que… No puede entender que la razón pudo conmigo solo por esta vez. Y que mi
felicidad siendo mi corazón, siendo con quien me acuesto a diario sin
sospechas, tendrá que esperar, por mas deseo que le tenga a ese sentimiento
reprimido. ¿Mientras, que? ¿Ahogo mis penas en un cuerpo al que sencillamente
no amo? ¿Me dejo caer, mientras otros viven mi vida a su manera, y deciden por mí?
Necesito una señal de vida, necesito sentir que mi corazón late una vez más,
que me enseñe a como dejar plantados a quienes quieren de mí, una vida
porquería.
©Derechos
de autor, Sheila Rosa Castro – 2012
Comentarios
Publicar un comentario