¿Y
quien diablos eres tú para querer poner peso sobre mí? ¿Acaso crees que una
mujer no puede con todo esto? Mira esto es sencillo. O te bajas del barco, o yo
misma te tiro. A mi este jueguito de creerse el “mas mas” hace que mi apetito
de “feminicidio” me explote. Y si, lose. Eso es un disparate. Pero asusta. Porque
no sabes con el cuento que le salgo yo a los hombres, y se asustan de verdad. Y
¿sabes algo? Realmente no te quiero asustar pero… Más vale que el pecho de
King kong se te baje, porque esta que esta aquí, por un hombre, no se va a dejar
mangonear. Date la oportunidad de conocerte, para que veas que ni contigo te
casas. Intenta al menos abrir tu mente, pedazo de inepto, y trata de pensar en
que el sexo opuesto, puede más que tu trapo de sexo fuerte. ¿Pero a que “fuerte”
te refieres? O sea ¿a que diablos los hombres se refieren? ¿Al pene? Asumo yo,
que es a eso a lo que alguien hombruno se refiere cuando habla del sexo fuerte.
Pero que pena me dan ustedes varones. Si fuesen el sexo fuerte, no dependerían
de esa pastillita azul cuando tienen disfunción eréctil. No tendrían
eyaculación precoz, y mucho menos, llorarían tanto al tener dolor por la piedra
que tienen en sus riñones. Es que es fácil mandar. Pero de que vale mandar, si
con lo que mandas al fin y al cabo en su tiempo se encoge. Ten tu ego a las
alturas, si señor. Que el orgullo te convenza de todo lo contrario. Que pienses
que el tamaño es lo importante, y recurras a ese orgullo, para que te mienta, y
con ese descaro digas que lo tienes grande. No te apures, que no me pienso reír
en tu cara amorcito mio. Eso lo guardare para cuando te vallas. Así tendré un
tema de interés y jocoso, en el día con mis amigas. ¿Vez que sigo enamorada?
Hablo de ti todo el tiempo. De lo mal que eres en la cama, de lo pequeño que es
el “mundo”, y sobre todo del aire vocal que tiene tus entrañas que hace salir
música hermosa de tu cuerpo. ¿Vez que estoy enamorada? Si no hablara de ti no
lo estaría, pero apúrate firma ese divorcio, que estoy loca por quedarme con la
casa y que te largues a tu miserable estadía, en donde ahogas a otra mujer con
el tamaño de tu pene, y ese orgullo que te miente cada día. Vamos hombre, ten
un poco de felicidad, ya esta pesadilla termino, ya mi cuerpo podrá recuperar
su figura, y lo mejor de todo, no tendrás a una loca sentada todos los días en
el balcón. Animo amorcito, al menos tienes que admitir que te deje con tus
testículos. Al menos debes admitir, que no he sido tan mala como dicen. Que he
encontrado el punto clave de este matricidio, y que lo que alguna vez nos unió,
hoy por acuerdo se convierte en un hermoso y espantoso delirio.
©Derechos
de autor, Sheila Rosa Castro – 2012
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