Despierto
cada cinco minutos con los ojos pegados de tantas lagrima reseca en mi piel. Aun
no puedo entender el porqué de mi perdida. He perdido a alguien que pude llegar
a querer. Su voz, su tono con el que me habla. No lo soporto. No soporto su
pasión con la que me mira, no soporto sus caricias, no lo soporto. Siento asco
en mi vida gracias a él. Lo he perdido todo. Lo he perdido, y no me interesa.
No me interesa ser la que salga llorando y corriendo, ni parar de momento y
sentir que quien corre sea el. No me interesa verme sufrir, y si así fuera, no
me interesa que a él le interese. No me interesa en lo mas mínimo pedir un
perdón. Ni mucho menos pretender que nada paso. No soy tonta. Yo si se lo que
hago, solo que no quiero seguir detrás del mismo rabo. No quiero despertar y
ver a mi lado a un muerto vivo. Ni comer y tener que ver que mi apetito se va
gracias a su presencia. No podría soportar vivir toda una vida encerrada en
algo que jamás voy a poder querer. Deseaba sentirme segura, deseaba sentirme
llena de poder, podía desear dinero, pero eso ya no importa. Eso se consigue en
cualquier momento. Deseaba ser yo, y que no me restringieran. Deseaba ser
libre. Solo deseaba tener mi nueva familia, fuera de la mía. La madurez es
corta para aquellos que juran ser maduros, y a su vez pensando ellos que son
maduros, juran que los demás simplemente no los entienden. Pues yo no me
entiendo. Mucho menos lo entiendo a él. Quien sea maduro, no lo se. Solo sé que
no es la persona con la cual yo me case.
©Derechos
de autor, Sheila Rosa Castro – 2012
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