Hoy
me siento mal, me siento frívola. No tengo explicación para lo que siento. Es
como si el mundo entero decidiese ponerse de acuerdo para arrojarme a un lado.
Es como si a nadie le interesara lo que me pasa, o como me sentiría si algo
pasara. Hoy… Duermo bajo unas sabanas gruesas, debajo de esa noche acalorada. Y
aun así, mi sentido presenta un cuerpo frio, mas una lagrima congelada. No es
por nadie que estoy así, es por mí. Por ser como soy con los demás, esperando
algo a cambio. Es por mí, por mi actitud de querer ser buena con todos. Por
querer ser ese consejo que cualquier otra persona quisiera tener. Pero hoy solo
me aburro. Hoy solo intento ser yo la aconsejada. Intento poder tomar el sol,
en esta noche helada, poder ver la luna y sentirme inspirada, pero no. Nada de
eso esta a mí alrededor. Nada de eso me llama la atención. Porque a nadie le
importo. Quisiera a veces, pero solo a veces, poder morir por un momento. Y en
esos únicos instantes, poder ver quienes están ahí para mí, quienes lloran por hipocresía,
y quienes lloran por mi partida de verdad. Quisiera poder ver cada suceso en la
vida de cada uno de los que dicen amarme y respetarme. Y ver si se aman y se
respetan ellos mismos. Quisiera poder darme cuenta de quien es amigo y quien
no. Poder escoger solo una noche a la semana para mi y mi egoísmo. Que nos
perdamos por las calles obscuras de aquel viejo llano, y vivir… Vivir como
nunca. Desde hoy seré otra. Desde hoy seré yo. Solamente yo. Ni mi familia tendrá
paso a mi aventura. Ni mis amigos verán mi felicidad en cada balcón. Solo yo.
Solo mi ternura. Sera otro día en el paraíso, otro día fuera del cuarto de
cristal, donde acorralada, siempre he estado, o al menos siempre pienso que me
han mantenido.
©Derechos de autor, Sheila Rosa Castro – 2012
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