El desenlace…
Hace
días desperté en mi casa. No tengo idea de cómo paso, no recuerdo que hice el
día anterior, es una pena haber tenido sexo y no haberme acordado. Pero aun así
aquí estaba, él estaba en mi casa. Dormía, dormía y pasaban días y no
despertaba. Decidí sacarlo de allí y llevarlo a donde se hospedaba, así se
sentiría cómodo, así ambos nos sentiríamos cómodos. Pero él ya estaba cómodo
hace mucho, porque estaba muerto. Entonces, ya no era yo la muerta, sino la
asesina. ¿Quién podría creerme que no lo mate? Si ni siquiera recuerdo lo que
paso el día anterior, nadie podría abogar por mí, nadie podría defenderme.
Entonces, nueve meses después de haber sido feliz, arruiné mi vida. Se han
cerrado mis metas, tengo más prioridades, prioridades en las que ya no estoy
solo yo, si no el. Ambos estamos envueltos en este sufrimiento, en el fondo sé
que el sufre, quizá no se le nota porque está muerto, pero sufre. Me retiro, me
retiro porque no sé quien lo mato, pero aun así me siento culpable. El cajón
esta vacío, ya lo libere, mi mente es una bomba de tiempo, grite y aun así me
dijeron que tengo una sentencia de nueve meses de soledad, nueve meses de
agonía, entonces nos veremos nueve meses después para ver si aun sigo viva…
©Derechos
de autor, Sheila Rosa Castro – 2012
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