Me levanto todos los días imaginándome que
quien esta al lado contrario de mi cama, es alguien a quien pueda tocar y
sentirme segura. He caminado tanto y tanto, que me parece que estoy caminando
en círculos. No se si parar, o morir en el intento. Me hace falta ese sentido
de inocencia. Me hace falta ese poco sentido del humor. Llevo treinta días encerrada
en esta cueva, y aun no he visto a mi príncipe al rescate. Siento los pies como
si estuviesen abiertos por debajo de tanta presión que les he puesto. Mis hombros
quieren descansar y mi cabeza ya no aguanta mas. Este camino no es el mio, de
eso ya me he dado cuenta. Este camino es de alguien más. Pero como siempre tan
cuerda, escojo lo mejor que me ofrezcan. Extraño esos besos en mi cuerpo.
Pensar así es lo único que me mantiene viva, y que mantiene a mi cuerpo
caliente cuando hace frio. Amor mio… Te ruego que vuelvas por tu princesa, pues
ya no puedo mas continuar mi camino sin tu apoyo. Amor mio… Te imploro que
vuelvas, y me dejes caer en tus brazos como solías hacer antes de tu partida.
Amor mio me muero… Me muero sin tus caricias. Entiende que sin ti ya no tengo
sonrisa, que mis lagrimas se tornan frías, y mi piel esta falta tus manos
tibias. Amor mio… Ya no tengo mas creatividad para esto. ¿Dime que hare cuando
las palabras se queden cortas en mi cuerpo? Amor mio… Te imploro deja lo que
estas haciendo, y hazme caso. Que muero por ti y sin ti… ya mi cuerpo yace
muerto.
©Derechos de autor, Sheila Rosa Castro –
2012
Comentarios
Publicar un comentario