Abro
un cofre lleno de magia, en el cual al final de cada acto, terminas lleno de
ilusión. Este es mi libreto, con mis personajes, con un director. La directora
soy yo, el libreto es mi vida, y los personajes… Los personajes varían de aparición,
dependiendo de su decisión ante compartir su vida con la mía. De todos los
pobres personajes que existen en esta historia, solo hay uno que se deja llevar
por la corriente. Solo es uno… Pero uno para mí, es más que suficiente. Ese
uno, es quien hace la diferencia, quien se deja manipular entre magia y magia,
acto y acto. Es quien durante mucho, se ha ganado ser mi protagonista. Y
durante varios ensayos llenos de envidiosos, la simpatía se deja sentir entre
la misma hipocresía. El calor de las mentiras aumenta, mientras que ese mismo
calor, es utilizado para cocinar la cena llena de egoísmo entre cada una de mis
victimas. Este es mi juego. Este es mi escrito, digo se mueven, y ellos se
mueven. Digo abajo, y se tienen que bajar, este es mi centro, mi espíritu, mi
amor a lejanía, y el segundo quien fue mi primero y ahora por el momento es mi
amor a distancia, termina siendo mi amor a cercanía. Que desesperación que osadía.
Tener que cortar de aquí y de allá, con las reglas a mitad, con la camisa sucia
y fría. Jamás entenderán a que es lo que me refiero. Jamás podrán notar cuales serán
mis confesiones, a menos que yo por mi misma devoción, termine arrodillada, con
mi libreto en mano, y pidiendo miles de perdones.
©Derechos de autor, Sheila Rosa Castro – 2012
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