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Al contar la historia, el culpable siempre es otro… (Día #17)


 El amor… ¿Quién podría definir eso? Seria imposible. Seria eterna la búsqueda. Aunque aun así, todos tengamos los síntomas. Ya saben, ese síntoma al que le llamamos “amor”, pero puede que sea un reproche, una ilusión, un sentido de querer. Tan pobres que somos al amar, tan pobres que somos al querer. Porque es que querer y amar no es lo mismo. El amor es un compromiso, un contrato con tu corazón, con esa persona. ¿Querer? Querer es un deseo. Y ambas jamás se deberían comparar, por muy parecidas que sean. Yo soñaba con un amor eterno. Me enamoraba a lo locamente. Me repetía lo mismo una y otra vez. “No te vas a enamorar” pero a todas estas… ¿Quién es libre de hacer lo que quiera con los sentimientos? Cada sentimiento tiene vida propia. Cada sentimiento lucha por una oportunidad. Y aun así a uno no le guste la decepción, siempre va acompañada del amor. Porque una y otra se llevan, aunque en cuerpo y alma lleves tanto odio por ese sentimiento tan reprimido. El amor siempre regresa. El amor siempre te trazara ese pequeño camino obscuro, en donde quizás al principio estés a ciegas, en donde quizás, al final termines igual. Culpamos al amor de nuestros pesares, de nuestras desilusiones. Decimos que es malo, que lo odiamos, que no queremos más de eso. Pero siempre esta ahí. Pobre es el amor, que es culpado, por los hechos malignos de alguien que por mas duro que sea decirlo, poco conocemos. Nos enfocamos en echarle la culpa a un sentimiento y no a una acción. Nos vamos de cabeza diciendo tonterías del amor, cuando la culpa siempre cae sobre una persona. Pero no lo vemos. Porque el amor siempre tiene que llevar la peor carga. La de ser el mas amado, y luego el mas odiado al final. Que decepcion conlleva cada pareja. Que decepción lleva cada persona por dentro, que pena el poder dar una oportunidad, y que culpemos al amor, de que no haya salido como queríamos. Humanos… Nunca aprenden. Y jamás aprenderán. Ya que aprender de los errores, y echarse la culpa uno mismo, siempre termina como segunda opción.
                                        
©Derechos de autor, Sheila Rosa Castro – 2012

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