Prometí
callar a ciegas. Prometí no volver a llorar. Prometí sentirme completa, pero no…
Ya no puedo más. He prometido durante años tratar de ser fuerte, y cuando lo
soy quedo siete pies bajo tierra. He intentado estar de pie. He intentado estar
tranquila, he intentado dar vibras positivas, pero ya no puedo. No puedo más. Prometí
siempre tener una sonrisa. Prometí alcanzar la última estrella en el mar. Prometí
tener lo inalcanzable, prometí poder volverme a enamorar. Pero no… No puedo más.
Prometí en un altar, “hasta que la muerte nos separara” que injusticia esa promesa.
Que injusticia esa perdida de tiempo, si la soledad no me ayuda a mantenerme
serena, y me acusa a cada momento. Prometí amar a alguien por el resto de mis días.
Y ese alguien me fallo. Prometí amar a alguien por medio a la lejanía… Y ahora con tanta promesa, solo me siento vacía.
Que triste indecisión la que me arriba. Que triste sufrimiento el que tengo, al
que mi corazón anima. Si al menos pudiese notar lo que esta mal, si al menos
pudiese ver lo que no puedo. Un amor de correspondencia no puede ser libre. Un
amor de correspondencia no puede ser sano. No en mí. Esto me parece estar
corriendo en vano. Desearía poder ver más allá de la montaña, poder tocar la
colina a lo lejos, y darme cuenta que es muy alta para escalar. ¿Que mas tengo
que esperar? Ya ni los minutos cuento. Ya ni las hojas de papel me hacen
sentido, solo recito lo que escribo, y por supuesto me creo el cuento. No se si
decir si, a ese rencuentro, no se si terminar mi vida encima de quien me la
acabo. No se si poner la daga una vez mas en mi corazón, y esta vez presionarlo
yo, para terminar por fin con esta amarga indecisión.
©Derechos de autor, Sheila Rosa Castro – 2012
Comentarios
Publicar un comentario