De
ti aprendí, que para poder llegar a ser feliz, debemos quitarnos el peso del
que dirán de encima. Aprendí a darme a respetar, y saber cuando salirme de la
jugada. Aprendí a desear ser feliz con alguien y lograrlo. Aprendí a no serle
infiel a nadie más. De ti aprendí tantas cosas… Desde el abecedario en talismán,
hasta esa gran melodía que recitabas todos los días. Aprendí a aguantar un
orgasmo, aun así lo quiera. Sobre todo aprendí a darme a respetar de ti, y de
los demás. Tú fuiste mi maestro, mi mentor. Que ganas no me hubiesen faltado
que fueses tú mi alumno. Pero en la vida, hay que aprender no a perder, si no a
ganar a medias. Que entiendas que las cosas no son de tu propiedad. Que el
juego del escondite ya es historia. Y que cada vez que bebes, la copa siempre estará
media llena. No solo elegiste ser un perdedor a medias. Si no que, decidiste
dar una batalla en vano, sabiendo que de mi solo recibirás el daño que en mi tu
provocaste. Sabiendo que hay otros dedos marcados en mis manos. Prometo no
volver a pensarte, nunca jamás. Prometo no tener que recordar tu nombre. Ese
nombre al que le dedique la mitad de mi vida, en pura infelicidad. Prometo ser
yo, desde ahora, y no ser como otros
desean. Que mi risa se escuche hasta Korea, y prometo no hacer mas daño, a
menos te lo merezcas. Esta es mi canción para ti, un verso pequeño de lo mucho
que deseo verte sufriendo. Esta es mi melodía ida, mi momento de risa, ante
alguien que era temible. Pero hoy día, no me importa si lo es o no. Hoy día, mi
importa el amor de mi vida, mi esposo, a quien dedicare mi vida, mi amor, Hoy día…
Recuerdo los momentos contigo, comparándolos en mi presente, echándole polvo, y
barriéndolos al zafacón.
©Derechos de autor, Sheila Rosa Castro – 2012
Comentarios
Publicar un comentario