Déjenme ser feliz con quien no amo. Déjenme
poder sentir lo que es el amor, sin llevar un reciproco de mi parte. Todavía no
logro entender, que fue lo que hice mal, para merecer a un hombre con dos caras
de la moneda. Que habré hecho mal para merecer al mejor hombre del mundo, y
luego que el ego y la ignorancia me lo arrebataran como si fuese juego entre
pareja. Jamás olvidare como fue, y lo que hizo. Jamás olvidare en lo que se convirtió,
sobre todo en lo que hizo que me convirtiera. Es imposible sentir dolor, cuando
ya se está destrozado. Es imposible, estar esperanzado cuando ya no hay
confianza. Odio que me confundan con la mentira. Odio tener que ser yo la que
me vista de infidelidad, la que saque de su perchero la amargura, la
bestialidad de lo que un día fue mi marido, de lo que un día fue ese quien compartió
conmigo el mismo cuarto. Tan bien que me sentía, tan segura que estaba con él.
Aun así sus manos se marcaran en mi cuerpo, aun así mi piel no se estremeciera
de placer, la seguridad hacia que yo me mantuviera con él. Con el yo estaba
segura. Quiero ser en tu vida, ese que lance el tostador a tu bañera. Quiero
ser en tu vida, ese quien seque tus pupilas al dejarte sin aliento con una
almohada en el rostro. Quiero ser ese quien envuelve tu cuerpo de plomo, quien
acuchilla tu hermosa piel. Quiero pertenecer a algo, quisiera sentirte otra vez.
Quiero que seas esa pulga que hay en mí, para cuando sea tiempo se yo sacudirme,
verte desprenderte de mí con la añoranza de un nuevo reencuentro. No lo niego.
Quisiera verte sufrir, quisiera verte suplicar por un segundo más de vida, por
una oportunidad por vivir aun que sea lejos de aquí. Pero quisiera que fueses mío,
solo mío, para verte morir en mis brazos así como una vez, yo morí por ti.
©
Derechos de autor, Sheila Rosa Castro – 2011
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