En el fondo él sabe. En el fondo él se da cuenta.
Su arma mortal, el silencio, lo ayuda a callar, a solo mirar y mantenerse
callado. En el fondo no está bien lo que hago, pero en el fondo él se da
cuenta. No es mi intención reemplazarlo, no es mi intención cerrar una puerta.
Es mi intención mencionar el pasado, hasta que mi mente este clara y abierta.
En el fondo, el sabe que lo amo, en el fondo él sabe que lo quiero, pero sabe
más cuando lo hiero, que cuando lo tengo en mi pensamiento. No es mi intención
ver solo por mi bien, no es mi intención sentirme fuera de contexto. No es mi intensión
sentirme en una desnudez, sentir que muero por dentro. No quiero dejarlo ir,
pero tampoco quiero tenerlo, no sé qué haría sin él, y con él sería un fracaso
entenderlo. No lo quiero entender, no quiero tener nada que ver con él, pero no
quiero estar sola, no quiero quedarme como ahora con la cabeza baja y siendo
esclava de esos malos momentos. Cerrare los ojos mientras camino hacia mi decisión
final, acoplándome a la acostumbrada excusa masculina. El “no eres tú, soy yo”
se avecina, por la esquina de ese viejo canal. Finjo sonrisa provocativa, finjo una mirada
sensual, se erecta, suda y grita. El precoz ha salido de su jaula, y la amante
va en busca de una presa que capturar. Son tres los acostumbrados, son tres a
los que no les importa, tres con quienes me acuesto a su lado, tres a los que
les viene ganando, la oportunidad de verse con otra. Mejor yo, que todas esas
cueras baratas. Mejor yo, que todas esas malditas, yo a él no lo pienso dejar,
aun así su alma se eche a gritar. Que grite todo lo que quiera esa alma
podrida, que conmigo estará mejor. No le hare caso a las palabras de aquel señor,
cuando me decía, que vivir bajo la melancolía, era vivir bajo amargura y temor.
© Derechos de autor, Sheila Rosa
Castro – 2011
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