¿Por qué?, si no es así, ¿por qué? Y si me confundo, ¿por qué
no notarlo?, aun así no lo noto porque jamás es notable algo que
involuntariamente está ahí. Aventúrate, y si no te aventuras ¿Por qué
aventurarme yo? Aquí no se trata del porque, sino del cómo y cuándo. Porque
cuando no te aventuras, no entiendes como avanzar fuera del campo. No sé, si me
entiendas, porque al fin y al cabo, no me entiendo yo. Solo quiero que notes y
sepas, que en ti fue en quien pensé, cuando mis ojos fueron cerrados. Sin
embargo a ojo cerrado, puedo mirar a través de los tuyos, y lo primero que veo
es mi ventana abrirse, para ver el ambiente en el cual, aun me pregunto ¿Por qué
de ti no escuche ni siquiera un murmullo? Y ahora se complica la cosa, cuando
se asoma el donde. El porqué, deja de existir, y el cómo y cuando dejan su
nombre. Si es que no puedo entender donde, y si no es allí entonces no entiendo
la razón de que este dolor me hace sufrir. Sin nombre de pila, y apellido de
ciervo, vuelas bajo el rio desierto, nutres tu hambruna en cuestión de
segundos, zaceas la sed y te ahogas con tu estornudo. Abres los ojos, miras al
cielo, buscando aprobación en algún territorio nuevo. Notas que solo tú, puedes
aprobar tu territorio, sin embargo, si no sabes dónde, no sabrás porque aun así
el porqué se halla marchado. Como un juego de palabras, mi cabeza se estremece,
mis pensamientos se enloquecen, y mis neuronas se marchitan, como piel pura y Narcisa,
al final de todo notas como tu cuerpo se manifiesta, haciéndote saber que todo
era parte de una fiesta.
© Derechos de autor, Sheila Rosa
Castro – 2011
Comentarios
Publicar un comentario