No he sido yo quien teme a hablar murmurando. No
soy yo quien decide callar. Soy quien a lágrima viva y llanto, está a punto de
estallar. Soy quien está en el borde de la línea, quien pretende estar cerca.
Soy quien navega contra la tormenta, sumergiéndose en ese mar lleno de
secretos, lleno de cosas que jamás concuerdan. Asumiré
que es en ti en quien pienso. Pues si no hay como
llamar tu atención, entonces que mi atención se torne a un nuevo rumbo, Luego
de ese rumbo, no espero mirar hacia atrás... Finges cara de sorpresa, y
lo único que espero de ti es una respuesta luego de hacer yo la pregunta:
-
¿Diga
usted?
Recibiendo solo un “¡Hola!,
todo bien por acá, y a usted, como siempre, deseándole lo mejor”. Notas mi
descontento, mientras la vía alterna de mi alter ego responde lo siguiente:
- ¡Amo
a alguien que no es a quien digo amar! ¿eso es correcto? deséame el bien cuando veas que es el bien lo que hago.
Dices que sabes que estoy bien, mientras te reclamo
por ser tan cobarde, por omitir mi pregunta. Y viéndose el hecho de que omite
mi pregunta, yo omitiré una futura respuesta de su parte, incluso de la mía
misma. Omita, omita y sea cobarde, sea cobarde como lo es mi corazón. Mientras
gritas diciendo que es toda tu culpa, que mereces castigo, yo te observo a los
ojos y digo:
-
¿será cierto que es la verdad?
quien sabe, si no lo sé yo, quien lo sabrá…
Existe
un silencio profundo, entre medio de un gran sollozo, una mirada incomprensible
llena de secretos, llena de susurros ciegos, y miradas sordas. Mirándose ambos,
y pensando el creer que todo fue solo un sueño.
© Derechos de autor, Sheila Rosa
Castro – 2011
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