Tengo en ambas manos el destino de dos hombres, en
la izquierda a quien amo, y en la derecha a quien decidí amar. Notaran que no
estoy desvariando cuando les empiece a contar. Ayer note que mi alma se ligaba
en uno solo, sin embargo, mi cerebro maquinaba a cuenta de otro, imaginaba a
cuenta mía, pero mi subconsciente trabajaba sin poder ver la vía. Como si
fuesen los rieles de un tren, como si fuese el camino hacia la victoria, en una
mano tengo la gloria, y en la otra un vaivén. Suelen fluir ambos sentimientos a
la vez, sin pecar en uno solo, sin verme como alguien absurdo y chabacano, me
siento a ver el océano recordando que le estoy fallando a ambos. A uno no le
interesa mis decisiones, y el otro ansia por escuchar que tengo que decir. Si
escuchara lo que tengo que decir, moriría, se marchitaría lo que alguna vez pensé
que podía construir. Cuando anochece siento tener el vicio de contarte lo que
pasa, sin embargo lo cuento a mi misma (realmente es a quien único se lo puedo
contar) me dices que no desespere, me no me acelere, pero siento que un día de
estos me verán explotar. Amerita que hoy hable de esto, pues ayer tus labios
roce, y aun así tenga un descontento, puedo decirte que en ti fue de quién me
enamore.
© Derechos de autor, Sheila Rosa
Castro – 2011
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