Escribo una carta bajo la luz de la luna, encendiendo una fogata, con mi vino de verano y un buen afrodisiaco santo. Me pregunto mil veces si el rostro postrado en ella será una doncella o un fiel caballero. Intento mirar más allá, poder sentir lo que pienso, tener certeza de que lo que mis ojos contemplan es cierto. Eres tú. Te reflejas en ella. O ¿es ella reflejándose en mi tormento? Las dos caras de nuestra luna. Un balcón poseído de estrellas y su luna de testigo, haciéndose ver ella como la más bella. El cielo floreciente, las estrellas más bellas, su luz hipnotiza mi razón de querer ser más que una plebeya. Aun intento entender el porqué te postras en ella, y luego de verla más de cerca me doy cuenta que la gran doncella, soy yo. Su pelo oscuro y su piel canela la delatan. Arribando todo aquello que estuvo ajeno a esa gran belleza. Aun así, sigo sin entenderte bella iluminadora de la noche blanca y llana. ¿Por qué postrarlo a él en tu fiel cara? Haces que me sonroje mientras me fijo de quien se trata, volteándome con prisa, agilizando la premisa de que una lagrima se asoma por mi cara, dejándose caer hacia la atmosfera, tocando el suelo frio, sintiendo el alivio de una agonía ya acabada. Siempre me perseguirás mi fiel caballero, aun así me muestre en ella. Prometeré mirarte cuando no este, prometeré ser yo quien te contempla mientras con tu dulce aroma vuelves a envolverme dentro de tu exquisita tierra verdadera. No prometo esperarte, pero prometo observarte cada día de mi vida, desde hoy en adelante, pues si en mi corazón ya no estás, que mis ojos se deleiten con la luz de un gran diamante.
© Derechos de autor, Sheila Rosa Castro – 2011
You suck and if you delete this comment you suck even badder.
ResponderEliminarIdk if you still use Black-Galaxy email but thats mine now just saying
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