Dejarme influenciar, es parte de mi vida. Veo como los demás se dejan influenciar en mis cosas, tanto así, que he dejado de vivir por mí, para poder vivir como ellos quieren que viva. Anoche me acosté con la mente despierta, con mis pensamientos al aire. Pero aun así, aun estén al aire saben cómo reorganizarse. Noto como los que piensan ser amigos resultan ser un alma de doble filo. No puedo darle amistad a todo con un mismo propósito, no puedo darles el mismo amor a los demás. No puedo, solo porque la palabra amor, es una palabra muy complicada, donde reencarna cada sentimiento, cada aliento de cada persona y se aviva en el cuerpo de ella. Dejando saber, lo que siente, dejando saber lo que anhela. El problema es, que no se puede amar y querer al mismo tiempo. Tan complicadas que son las personas, cuando dicen amar en vez de querer, sienten que están siendo sinceros consigo mismo. El se arrima entre los pobres, se alimenta de quien no tiene fuerzas, ha tenido momentos difíciles y a su vez ha sabido controlarlos. Pero en el amor, en el amor es caso aparte. Siente irse tras un abismo seco. Sin embargo, cree haber encontrado la paz, su gran remedio. Siente que es feliz con quien ha encontrado. Pero, ¿qué pasa si esa persona no anhela estar a su lado? No se debe obligar a querer, porque si no se estaría dañando el collage. Cada pieza debe quedar en su lugar, y el al parecer no ha entendido eso. No entiende que una amistad es más enriquecida y tiene más poder que el mismo amor que proviene de ambos. No entiende que se necesitan, que ambos se contemplan pero que aun así, se deben respetar. Cada situación, cada desespero por estar con ella debe ser respetado. Sé que queremos amar y ser amados, pero así no es como se debe. Buscar aliento en boca de alguien más que observa a quien ama y no a ti, es algo que dejara marca por el resto de su vida. Culpando a su gran amiga, sin darse cuenta que jamás fue ella quien le hizo su gran daño, si no el mismo, por pretender estar en un hueco que ya estaba ocupado. Pocos entienden de qué trata el amor, pero muchos entienden porque llega el olvido. Si es que somos más capaces para olvidar que para mantener una relación sana. Si las relaciones se basaran en orgullo, no habría tanto divorcio. Si el pudiese entender, que al final de cada calle siempre hay una esquina, el sabría que no está caminando en círculos. Se encierra en sí mismo, se confunde, y trata de confundirte a su vez, pretendiendo entender, pretendiendo saber algo que sabe, pero que jamás dejara caer. El jamás entenderá que es indispensable, el jamás entenderá que su labor aquí no es amar, sino ser amado. El jamás entenderá, el porqué sigue estancado, porque aun sigue ciego, pero aun así, cuando logre mirar no habrá encontrado, aquello por lo cual pensó haber esperado.
© Derechos de autor, Sheila Rosa Castro – 2011
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