Tanta frialdad en esa mirada, hizo que mi corazón se convirtiera en hielo... Fuiste tu... siempre fuiste tú! y yo me quede observándote y dije cuanto te amo, observando q me alejaba, observando q me iba de tu lado... Gracias por alejarme, gracias por darme motivos para irme de aquí, sino aun estuviese sin mirar al espejo y pensando en ti. Ahora, puedo mirarte sin tener que sentir esa lágrima que roza mi mejilla, Hace tanto que no veo la luz del día, mis manos parecen manos talladas al son de una melodía, madera pura, madera fina. Me da tanto orgullo sentir tu lejanía, sentir como regresas luego de verme disfrutar la briza, la sonrisa de quien en estos momentos no eres tú. Solo me deseas porque otro me contempla, solo quieres volverme a ver, porque notas lo feliz que soy, y con tu presencia piensas, que te volveré a querer. Ya no es en ti, en quien más pienso cuando me acuesto, ya no es en ti en quien recuerdo como un príncipe dispuesto a soñar por su princesa. No siento odio, tampoco amor, solo siento que esta página de mi libro ya se cerró. Lo he superado, he vuelto a mirarme al espejo, he notado nuevamente la belleza de una gran sonrisa, he notado que he vuelto a ser yo. Y con la luna de testigo y la briza como reflejo, solo tengo una pregunta que hacerte… ¿Estás orgulloso de mí? Yo si lo estoy, porque por primera vez en mi vida pude ponerme los pantalones, y dejar de pensar en ti, para poder vivir mi vida con un nuevo amor.
© Derechos de autor, Sheila Rosa Castro – 2011
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