A veces no entiendo muy bien las cosas, no entiendo si hay un interés más allá de lo interesante que podría yo ser a los ojos de alguien, más aun, a tus ojos. En ocasiones suelo pensar que no mereces tener lo que tienes porque creo que mejor te lo luchas hasta la muerte, como se debe, con el sudor de tu misma frente. No es rechazo lo que en ocasiones siento de ti, sino miedo, miedo a ser humano, miedo a darte cuenta que eres tan mortal como los demás, tan frágil por fuera y por dentro. Buscas un camino por el cual guiarte, sin embargo, ignoras los caminos los cuales son los que te llevaran a una felicidad gigantesca, al amor eterno. No pido que te fijes en mí, porque si aun siento que en lo que llevo viva no lo has hecho, entonces no quiero que lo hagas ahora ya cuando estoy casi por andar en mi propio camino, el deber de amar cuando es multiplicada la ración, es el mismo, el mismo amor para todos, el mismo respeto y por supuesto el mismo interés. Noto que en ocasiones se está ocupado como para hablar de vez en cuando, como antes lo hacíamos, o como nunca lo hicimos. Suelo hablar de ti a tus espaldas con los demás, porque considero que tu amor hacia mí no es el mismo como hacia otras personas, si tu amor hacia otras personas fuese así cuando te reflejas en mi, en mi mente, diría que sería capaz ser borrar todo lo que he puesto en mi cabeza de ti, para solo quedarme con eso grabado en mi ser, en mi espíritu. Es cierto que vinimos de épocas distintas, la tuya es un poco mas anticuada, la mía un poco más moderna. De donde ambos vinimos, es lo que realmente nos une, vinimos del mismo lugar, de la misma raza. Pero yo me considero especial, porque considero que vine de un mejor lugar, vine de ti, y de quien te ayudo a procrearme, uno más sabio que el otro, uno más justo. A uno le gusta la libertad, y al otro no le importa ser libre. Yo, amo la libertad, pero jamás podría amar solo a uno, de tres. Mis sueños en ocasiones se vuelven realidad, y sin duda alguna aun sueño y sueño, para no volver a soñar.
© Derechos de autor, Sheila Rosa Castro - 2011
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